Normalmente hemos escuchado que las personas que menos recursos tienen son más empáticas que las que más tienen. Pero ¿Es cierto esa creencia? ¿Qué origina que una persona de escasos recursos se tenga la apariencia de ayudar más?
Las personas que tienen menos recursos a menudo ven la vida y las necesidades de los demás desde una perspectiva distinta. A veces, la experiencia de la escasez puede fomentar la empatía y la solidaridad hacia aquellos que atraviesan dificultades similares o incluso mayores.
Parte de la razón está en el hecho de que en su mayoría, son más compasivas y sensibles a las necesidades de los demás. Los psicólogos se refieren a su manera de pensar como «tendencia contextualista» marcada por un enfoque externo en lo que está pasando en su ambiente con otras personas.
Cuando alguien ha experimentado carencias o adversidades, es probable que estén más dispuestos a ayudar a los demás, ya que comprenden cómo se siente y valoran lo significativo que puede ser recibir apoyo en momentos difíciles.
Además, aquellos con menos posibilidades económicas pueden sentir una conexión más profunda con su comunidad y estar más inclinados a colaborar y respaldar a quienes los rodean. Pueden ser más conscientes de las necesidades de los demás y estar dispuestos a compartir lo que tienen, incluso si sus recursos son limitados.
Las personas con menos recursos, en ocasiones, pueden ofrecer mayor ayuda debido a su comprensión más profunda de las dificultades ajenas, su fuerte vínculo con la comunidad y sus valores centrados en el apoyo mutuo y la solidaridad.
Es importante tener en cuenta que la generosidad y la compasión no dependen únicamente de la cantidad de bienes materiales que alguien posea. La disposición para ayudar puede surgir de valores personales, creencias religiosas, experiencias vividas y diversas influencias.
Aquellas personas consideradas como las que tienen más, no son ajenas a ayudar en lo absoluto, a veces suelen también ser las más empáticas, y pueda ser porque vienen de un pasado de carencias y son conscientes de lo que es no tener nada o carecer de algo en algún momento de sus vidas.
Para ayudar a otros no es necesario no tener o no haber tenido, la empatía y solidaridad también se aprende en casa, por medio de la educación de los padres. Dicha empatía es igual de importante y multiplicadora que la que se genera por haber pasado por momentos difíciles en tu vida.
En resumen, es difícil e innecesario saber quién ayuda más, el que tiene más o el que tiene menos, y tampoco se trata de competir, tal vez se trate de desmitificar que hay una diferencia entre quienes ayudan más o menos y sus diferentes motivaciones.
Centrémonos en ayudar, si queremos y está dentro de nuestras posibilidades hacerlo.