En cada rincón de Culiacán hay personas que sufren en silencio. Personas que no solo viven en pobreza extrema, sino que además enfrentan barreras que las aíslan aún más: la distancia, la falta de recursos, enfermedades o discapacidades que les impiden siquiera salir de su hogar. Para ellas, la necesidad más básica —el alimento— se convierte en una carga imposible de sostener. Pensando en ellos, en esas historias invisibles que claman por ayuda, nació La Ruta de la Caridad, un programa del Banco de Alimentos de Culiacán que tiene una sola misión: llevar despensas directamente hasta las manos de quienes más lo necesitan.
Este programa funciona gracias a un grupo especial de personas voluntarias a quienes llamamos “padrinos”. Son quienes, cada 15 días, se comprometen a entregar una despensa a un beneficiario. No se trata de una entrega masiva o impersonal. Es un acto íntimo y profundo: tocar una puerta, entregar alimento, ofrecer una sonrisa y, muchas veces, escuchar con paciencia. Es un gesto de humanidad que transforma tanto al que recibe como al que da.
El Banco de Alimentos pone la despensa, tú pones el corazón y el trayecto. No se requiere de grandes recursos ni de mucho tiempo. Solo se necesita compromiso y sensibilidad. Cada padrino tiene asignado un beneficiario específico, lo que permite generar una relación cercana, basada en la confianza y la constancia. Muchos beneficiarios esperan con ansias esa visita quincenal, no solo por el alimento, sino por la presencia de alguien que les recuerda que valen, que importan.
Sin embargo, la necesidad es grande. A pesar de contar con varios padrinos comprometidos, aún hay personas esperando. Beneficiarios en colonias marginadas, en comunidades urbanas olvidadas, en casas donde la pobreza se entrelaza con la soledad. Personas que simplemente no pueden acudir al banco por su despensa, y que requieren de alguien que les acerque la ayuda.
La Ruta de la Caridad no es solo un programa logístico. Es una manifestación de solidaridad activa. Es dar tiempo, es poner el vehículo, es mirar al otro con compasión. No es caridad que humilla, es amor que dignifica. Por eso, hoy queremos hacer un llamado urgente a la sociedad civil: necesitamos más padrinos. Necesitamos personas, familias, grupos de amigos, empresas o comunidades que adopten esta causa como propia y se sumen a esta ruta que transforma.
Ser parte de La Ruta de la Caridad es una forma sencilla pero poderosa de cambiar realidades. Es darte cuenta de que puedes aliviar el hambre de alguien sin salir de tu ciudad. Es comprometerte con un acto pequeño que tiene un impacto gigantesco. Es responder al llamado de la justicia social desde donde estás.
Si alguna vez te has preguntado cómo ayudar de manera concreta, aquí tienes la respuesta. Únete como padrino. Regala alimento, regala compañía, regala esperanza. Hay rutas que solo el corazón puede recorrer, y hay puertas que solo tú puedes tocar.
La Ruta de la Caridad te necesita. Ellos te necesitan. Más info al 6671500299