Es difícil imaginar que en Culiacán haya más de 17 mil personas en pobreza extrema, y más de 73 mil en todo el estado de Sinaloa. Lo hemos venido diciendo desde que CONEVAL arrojó estos tristes números. Es un número contradictorio.
Lo contradictorio de estos números va más enfocado al alimento, a su disponibilidad. Si estuviéramos hablando de un estado donde no hay alimento, donde no haya agua o tierra para producirlo, serían medianamente entendible tener esos números, pero no en Sinaloa.
Según CONEVAL, hay más de 800 mil personas en pobreza en la última medición de 2020, y podemos apostar que después de dos años de pandemia ese número ya rebasó el millón de habitantes, lo sabremos a mediados de 2023 con mayor precisión.
En Culiacán y en todo el estado de Sinaloa, no debiese irse ninguna persona a dormir con hambre, por falta de alimento o recurso económico, es no solo contradictorio, es inhumano. Sin embargo, cada día es más común y normal ver familias sumidas en la pobreza extrema y demás carencias sociales en Culiacán y Sinaloa.
Algunas de las razones que puedan fomentar la normalización de la pobreza extrema, puedan ser lo poco visible o palpable que es, ya que es muy difícil verla e identificarla al cien por ciento, porque la apariencia de una casa o la colonia donde viven, nada tiene que ver con pobreza extrema. Puedas tener una casa con todos los servicios y comodidades, y la familia estar inmersa en la pobreza extrema, razones para ello hay muchas.
Lo dicen los miles de estudios socioeconómicos y nutricionales que elabora el personal del Banco de Alimentos de Culiacán. La pobreza extrema ya no solo está en la periferia, en las comunidades, o en las colonias populares o comúnmente conocidas y hasta estigmatizadas. La pobreza extrema ya está donde menos lo esperamos. Independientemente de la apariencia del hogar o colonia.
Otro de los factores que puedan fomentar el normalizar la pobreza y pobreza extrema es la gran cantidad de vacantes de empleo que existen en todos los sectores. Es de alguna manera contradictorio, que haya muchos empleos disponibles y por otro lado tengamos tanta pobreza y necesidad. La lógica nos dice que no debiese haber necesidad o pobreza cuando sobra el empleo.
No discutiremos las causas de esa contradicción porque no son del todo claras, lo que sí nos consta es que la pobreza extrema a la cual va dirigida principalmente nuestra intervención alimentaria en el Banco de Alimentos, normalmente no es la misma persona que puede cubrir esa vacante de empleo. La persona en pobreza extrema comúnmente es el adulto mayor, el discapacitado etc.
Una de nuestras responsabilidades será darles visibilidad a las carencias sociales, particularmente a la carencia alimentaria, con la mera finalidad de concientizar, de sumar a más personas a la solución, de volver cada vez más solidario al Sinaloense y evitar a toda costa normalizarlas.
Normalizar la pobreza extrema nos llevará indudablemente a incrementar todavía más el número de familias en esta carencia social, y nos volvería una población inmune, apática, insensible. Que, si bien suena improbable que una sociedad tan solidaria como la Sinaloense cometa ese grave error, no debemos dejar pasar la oportunidad de recordarlo y sobre todo reforzarlo. La pobreza extrema ahí está, veámosla, pero actuemos.