El nombre El Niño se dice tiene su origen en os pescadores peruanos del siglo XIX. Estos pescadores notaron un calentamiento anómalo de las aguas del océano Pacífico cerca de la costa de Perú alrededor de la Navidad, y lo llamaron «El Niño», en referencia al «Niño Jesús».
Con el tiempo, los científicos adoptaron este término para describir este fenómeno climático específico. Por otro lado, «La Niña», que significa «la niña» en español, fue nombrada como el fenómeno opuesto a El Niño, para reflejar la fase fría del ciclo climático.
El Niño y La Niña tienen profundos efectos económicos en las regiones afectadas y a nivel global, debido a su influencia en el clima, que a su vez impacta la agricultura, la pesca, la infraestructura y otros sectores.
Agricultura: El Niño puede causar sequías en regiones agrícolas, reduciendo la producción de cultivos. Esto puede llevar a aumentos en los precios de los alimentos, afectando tanto a los agricultores como a los consumidores. En contraste, La Niña puede traer lluvias abundantes, que si bien benefician a ciertas áreas, también pueden causar inundaciones que dañan los cultivos.
Pesca: Durante El Niño, el calentamiento de las aguas superficiales del Pacífico reduce la cantidad de nutrientes disponibles, lo que disminuye la productividad pesquera. Esto afecta a las comunidades costeras que dependen de la pesca para su subsistencia y también puede incrementar los precios del pescado a nivel global. La Niña, con sus aguas más frías, puede tener el efecto contrario, aumentando la productividad pesquera en algunas regiones.
Los efectos ambientales de El Niño y La Niña son igualmente significativos y variados, afectando tanto a los ecosistemas terrestres como marinos.
Biodiversidad marina: El Niño puede causar estragos en los ecosistemas marinos debido al calentamiento de las aguas. La reducción de nutrientes afecta a toda la cadena alimentaria, desde el fitoplancton hasta los grandes depredadores marinos.
Esto puede resultar en la disminución de poblaciones de peces, mamíferos marinos y aves que dependen de ellos. Durante La Niña, el enfriamiento del agua puede beneficiar a algunas especies, pero también puede causar estrés en otras que prefieren aguas más cálidas.
Ecosistemas terrestres: Las sequías prolongadas asociadas con El Niño pueden devastar los ecosistemas terrestres, provocando la muerte de plantas y animales debido a la falta de agua. Los incendios forestales también son más comunes durante estas sequías, destruyendo hábitats y liberando grandes cantidades de dióxido de carbono a la atmósfera. Por otro lado, las fuertes lluvias de La Niña pueden beneficiar a ciertos ecosistemas, pero también pueden causar erosión del suelo, deslizamientos de tierra y alteraciones en los cauces de los ríos.
En resumen, El Niño y La Niña son fenómenos climáticos de gran alcance con profundos impactos económicos y ambientales. Su estudio y monitoreo continuo son esenciales para mitigar sus efectos negativos y para aprovechar las oportunidades que puedan surgir de sus patrones climáticos únicos.